jueves, 12 de agosto de 2010

Aparatos ideológicos de estado y reproducción social

Althusser y sus discípulos descubren los conceptos fundadores de una verdadera ciencia de las “formaciones sociales” (estructura, superestructura, relaciones de producción, supradeterminación). En esta “totalidad orgánica” en que se basa el sistema capitalista, el individuo no es más sujeto de la historia que dueño de sus alianzas en cuestión de parentesco. Es el lugar de paso, el “soporte” de estructuras; su comportamiento y sus actitudes lo hacen participar en el proceso de reproducción de las relaciones sociales, en una formación social, es decir, en una sociedad históricamente determinada.


Es así que de una forma u otra, la delincuencia organizada con todos y cada uno de sus elementos tiene incumbencia en el establecimiento y desarrollo de una determinada sociedad histórica. Con esto, se puede constar que de cierta forma con los comportamientos y actitudes establecidas y adquiridas en contra de la organización delincuente es debido a la influencia tan “destructible” que han logrado enraizar en la sociedad. Pero también es cierto, que con las actitudes y comportamientos, aunque con gran sagacidad y perseverancia, se puede luchar en contra de lo que la delincuencia a logrado establecer para la sociedad.
Un artículo publicado en la revista La Pensée, en 1970, titulado “Idéologie et appareils idéologiques d´État”, tiene una profunda repercusión en la teoría crítica de la comunicación, En Francia y en el extranjero. En él Althusser opone los instrumentos represivos del Estado (ejército, policía) que ejercen una coerción directa, a los aparatos que cumplen funciones ideológicas y que denomina “aparatos ideológicos de Estado”. Estos aparatos significantes (escuelas, iglesia, medios de comunicación, familia, etc.) tienen la función de asegurar, garantizar y perpetuar el monopolio de la violencia simbólica, la que se ejerce en el terreno de la representación, disimulando lo arbitrario de esta violencia bajo la cobertura de una legitimidad supuestamente natural. Y gracias a ellos actúa concretamente la dominación ideológica, es decir, la forma en que una clase con poder (sociedad política) ejerce su influencia sobre las demás clases (sociedad civil).
Que más comentario puede agregarse a esto, más que caer de nuevo en cuenta que aquellas instituciones de las que a diario formamos parte o dependemos, por su forma de trabajo o estructura, han sido encargadas de disfrazar o justificar la violencia bajo la cobertura de ser legítima cuando proviene de de ellas mismas. Es decir, la violencia en muchos casos, en el nuestro la delincuencia organizada, puede justificarse por el actuar de estas organizaciones tan ligadas a favor o en contra de los aparatos represivos del estado.
Fuente: Historia de las teorías de la Comunicación, Mattelart Armad, Mattelart Michéle. 1era. Ed. Barcelona, 1999. Editorial Paidós

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